jueves, 14 de junio de 2012

MAR 2012 ETICA EN LA ACCIÓN POLÍTICA




F
  ernando Bermúdez López es un sacerdote misionero español que   durante treinta años trabajó al servicio de poblaciones campesinas e indígenas en el campo de los derechos humanos, en su acción pastoral, y con los refugiados. Estas labores las desempeñó en Guatemala y Chiapas.  Además, realizó otras formas  de ministerio en las ciudades de Guatemala y el D. F. de México como catedrático en Metodología y Teología, en Espiritualidad en diversas  Universidades y Centro Americano de Ciencias Religiosas.
El trabajo que aquí se presenta es parte de un estudio amplio, se diría un glosario de la Ética en la Acción Política de España en años anteriores, pero que cuadra perfectamente con otros países incluyendo a México que ahora se encuentra en un período de elecciones políticas. En otros números de este blog se irán presentando los diversos aspectos que nos pueden ayudar como sociedad humana.
  
ETICA EN LA ACCIÓN POLÍTICA
                                                                            Fernando Bermúdez López
Vivimos inmersos en una profunda crisis histórica que afecta no solamente a  la economía y al mundo de las finanzas, como se nos quiere  hacer creer. Están en crisis las mismas estructuras de la sociedad, Por eso podemos decir en verdad que es una crisis de humanidad, que abarca todas las dimensiones de la vida: la realidad personal, social, política, ecológica, cultural, ética y espiritual.

    Las causas de esta crisis histórica son múltiples y complejas. Manifiestan  la decadencia de valores en la sociedad actual. Se han incrementado las conductas violentas, la especulación y la corrupción en los negocios, la competitividad ambiciosa, la desconfianza, el individualismo que nos hace cada vez más insolidarios, el consumismo desenfrenado y el hedonismo.

   A todo esto se suma el drama humano: la creciente y escandalosa agudización de la brecha entre el mundo rico y el mundo pobre. Nunca ha habido tanta riqueza como existe hoy día y, sin embargo crece el número de empobrecidos. Los últimos datos hablan de mil millones de seres humanos pasando hambre en el mundo.  No hace mucho tiempo el mundo ha conocido con el terremoto, la situación de extrema pobreza que vive Haiti.

   No solamente la crisis afecta al ser humano. Golpea también a la tierra. En aras del lucro y del desarrollo> se están explotando irracionalmente los recursos de la naturaleza y contaminando el medio ambiente, que es la causa fundamental del cambio climático, porque “en un mundo finito no podemos crecer de manera infinita”,  dice Joan Surroca. Los gobernantes no son capaces de ofrecer una alternativa que saque a la sociedad de esta crisis. Copenhague fue un fracaso.

   En las naciones democráticas> se van sucediendo partidos y gobiernos, los cuales responden salvo algunas excepciones a los intereses del poder económico y sobre todo de las corporaciones financieras multinacionales, que desde la sombra tiran de los hilos y controlan a los gobiernos. Las campañas electorales como una burla al pueblo. El grupo político que más responda a los intereses del gran capital y posea recursos económicos y control sobre los medios de comunicación, es el que tiene las mayores posibilidades de ganar las elecciones.

 Se lee y escucha en los medios de comunicación que existe una decadencia de valores éticos en la población española y en los líderes políticos, tanto en los que ocupan algún cargo público como en los de la oposición. El Congreso de los diputados ha convertido en un espacio de lucha de poder, demagogia y confrontación partidaria. No hay criterios serios y maduros a la hora de hacer política. No hay ética. Se utiliza la política para buscar intereses personales o  sectoriales, ascender a cargos y lograr privilegios económicos. Hemos sido testigos de casos de corrupción  que han envuelto a altas autoridades políticas en distintas comunidades autónomas, sobre todo en Valencia, Madrid Murcia…

    La oposición política en España, concretamente en el Partido Popular, no parece tener propuestas serias eficientes y convincentes.. Sólo protesta, pero no propone. En vez de arrimar el hombro para buscar juntos soluciones a los problemas del país crea más división y confusión entre la ciudadanía. Parece que le interesa más el partido que el bien de la nación.

    Da la impresión de que la política y la ética son irreconciliables. La política se ha convertido en politiquería>, es decir en un sucio juego de intereses de poder y de ambición económica.

   La crisis de valores en la política se refleja en el sistema mismo, caracterizado por la ambición, la corrupción, la impunidad, la mentira, la injusta equidad de la riqueza, la falta de sensibilidad frente al sufrimiento de los pobres y la violación a los derechos humanos. Cada vez más las viejas estructuras políticas se ven envueltas en una crisis de valores que indican su inviabilidad.

   En la política internacional impera la ley del más fuerte, se viola el derecho internacional y el más elemental sentido de humanidad. Se impone la guerra como medio de solución de conflictos por encima de la razón y del diálogo. Ahí, tenemos como muestra de ello, las guerras de Afganistán e Irak, el sangriento genocidio de la República Democrática del Congo, la ocupación de los territorios palestinos y la construcción del muro por Israel, el abandono por parte de la Unión Europea y Estados Unidos de las demandas del heroico y paciente pueblo saharaui que, pese a las resoluciones de la ONU para la realización del referéndum, Marruecos persiste en la ocupación y represión. Se impone la fuerza militar como medio de solución de conflicto, desconociendo el sentido de la razón  y del diálogo. Toda esta realidad es un indicador de la descomposición social y de la degradación de los valores éticos que envuelve a la humanidad y afecta a toda la realidad humana.

  Frente a esta realidad no podemos permanecer indiferentes ni neutrales. Desde la ética más elemental y desde la fe cristiana, hemos de optar por la justicia a lado de los empobrecidos, y desde ahí soñar y luchar por otro mundo posible en donde todos tengan oportunidad de una vida digna.

  Hoy asistimos a una lucha cosmovisiológica. Por un lado una corriente que se resiste a abandonar las viejas concepciones y estructuras socioeconómicas y políticas que han caracterizado a la sociedad en beneficio de unas minorías, que coincide con el pensamiento “cristiano-occidental. Y por otro lado, visualizamos otra corriente, cada vez más extendida a lo largo y ancho del planeta, que busca la construcción de otro mundo  posible, más humano, más justo, y respetuoso con el medio ambiente, con un pensamiento plural. Y esto es un signo de esperanza.

   Hay cosas que están muriendo y otras que están naciendo. Participamos, sin duda, en el ocaso de una época y en el alumbramiento de una civilización nueva, cuyos datos y creencias aún están confusos y mezclados con las formas de un sistema desfalleciente.

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