MAR 2012 ETICA EN LA ACCIÓN POLÍTICA
ernando
Bermúdez López es un sacerdote misionero español que durante
treinta años trabajó al servicio de poblaciones campesinas e indígenas en el
campo de los derechos humanos, en su acción pastoral, y con los refugiados.
Estas labores las desempeñó en Guatemala y Chiapas. Además, realizó otras
formas de ministerio en las ciudades de Guatemala y el D. F. de México
como catedrático en Metodología y Teología, en Espiritualidad en diversas
Universidades y Centro Americano de Ciencias Religiosas.
El trabajo que aquí se presenta es parte de
un estudio amplio, se diría un glosario de la Ética en la Acción Política de
España en años anteriores, pero que cuadra perfectamente con otros países
incluyendo a México que ahora se encuentra en un período de elecciones
políticas. En otros números de este blog se irán presentando los diversos
aspectos que nos pueden ayudar como sociedad humana.
ETICA EN LA
ACCIÓN POLÍTICA
Fernando
Bermúdez López
Vivimos inmersos en
una profunda crisis histórica que afecta no solamente a la economía y al mundo de las finanzas, como
se nos quiere hacer creer. Están en
crisis las mismas estructuras de la sociedad, Por eso podemos decir en verdad
que es una crisis de humanidad, que abarca todas las dimensiones de la vida: la
realidad personal, social, política, ecológica, cultural, ética y espiritual.
Las causas de esta crisis histórica son
múltiples y complejas. Manifiestan la
decadencia de valores en la sociedad actual. Se han incrementado las conductas
violentas, la especulación y la corrupción en los negocios, la competitividad
ambiciosa, la desconfianza, el individualismo que nos hace cada vez más
insolidarios, el consumismo desenfrenado y el hedonismo.
A todo esto se suma el drama humano: la
creciente y escandalosa agudización de la brecha entre el mundo rico y el mundo
pobre. Nunca ha habido tanta riqueza como existe hoy día y, sin embargo crece
el número de empobrecidos. Los últimos datos hablan de mil millones de seres
humanos pasando hambre en el mundo. No
hace mucho tiempo el mundo ha conocido con el terremoto, la situación de
extrema pobreza que vive Haiti.
No solamente la crisis afecta al ser humano.
Golpea también a la tierra. En aras del lucro y del desarrollo> se están
explotando irracionalmente los recursos de la naturaleza y contaminando el
medio ambiente, que es la causa fundamental del cambio climático, porque “en un
mundo finito no podemos crecer de manera infinita”, dice Joan Surroca. Los gobernantes no son
capaces de ofrecer una alternativa que saque a la sociedad de esta crisis.
Copenhague fue un fracaso.
En las naciones democráticas> se van
sucediendo partidos y gobiernos, los cuales responden salvo algunas excepciones
a los intereses del poder económico y sobre todo de las corporaciones
financieras multinacionales, que desde la sombra tiran de los hilos y controlan
a los gobiernos. Las campañas electorales como una burla al pueblo. El grupo
político que más responda a los intereses del gran capital y posea recursos
económicos y control sobre los medios de comunicación, es el que tiene las
mayores posibilidades de ganar las elecciones.
Se lee y escucha en los medios de comunicación
que existe una decadencia de valores éticos en la población española y en los
líderes políticos, tanto en los que ocupan algún cargo público como en los de
la oposición. El Congreso de los diputados ha convertido en un espacio de lucha
de poder, demagogia y confrontación partidaria. No hay criterios serios y
maduros a la hora de hacer política. No hay ética. Se utiliza la política para
buscar intereses personales o sectoriales,
ascender a cargos y lograr privilegios económicos. Hemos sido testigos de casos
de corrupción que han envuelto a altas
autoridades políticas en distintas comunidades autónomas, sobre todo en
Valencia, Madrid Murcia…
La oposición política en España,
concretamente en el Partido Popular, no parece tener propuestas serias
eficientes y convincentes.. Sólo protesta, pero no propone. En vez de arrimar
el hombro para buscar juntos soluciones a los problemas del país crea más
división y confusión entre la ciudadanía. Parece que le interesa más el partido
que el bien de la nación.
Da la impresión de que la política y la
ética son irreconciliables. La política se ha convertido en politiquería>,
es decir en un sucio juego de intereses de poder y de ambición económica.
La crisis de valores en la política se
refleja en el sistema mismo, caracterizado por la ambición, la corrupción, la
impunidad, la mentira, la injusta equidad de la riqueza, la falta de
sensibilidad frente al sufrimiento de los pobres y la violación a los derechos
humanos. Cada vez más las viejas estructuras políticas se ven envueltas en una
crisis de valores que indican su inviabilidad.
En la política internacional impera la ley
del más fuerte, se viola el derecho internacional y el más elemental sentido de
humanidad. Se impone la guerra como medio de solución de conflictos por encima
de la razón y del diálogo. Ahí, tenemos como muestra de ello, las guerras de
Afganistán e Irak, el sangriento genocidio de la República Democrática del
Congo, la ocupación de los territorios palestinos y la construcción del muro
por Israel, el abandono por parte de la Unión Europea y Estados Unidos de las
demandas del heroico y paciente pueblo saharaui que, pese a las resoluciones de
la ONU para la realización del referéndum, Marruecos persiste en la ocupación y
represión. Se impone la fuerza militar como medio de solución de conflicto,
desconociendo el sentido de la razón y
del diálogo. Toda esta realidad es un indicador de la descomposición social y
de la degradación de los valores éticos que envuelve a la humanidad y afecta a
toda la realidad humana.
Frente
a esta realidad no podemos permanecer indiferentes ni neutrales. Desde la ética
más elemental y desde la fe cristiana, hemos de optar por la justicia a lado de
los empobrecidos, y desde ahí soñar y luchar por otro mundo posible en donde
todos tengan oportunidad de una vida digna.
Hoy asistimos a una lucha cosmovisiológica.
Por un lado una corriente que se resiste a abandonar las viejas concepciones y
estructuras socioeconómicas y políticas que han caracterizado a la sociedad en
beneficio de unas minorías, que coincide con el pensamiento “cristiano-occidental.
Y por otro lado, visualizamos otra corriente, cada vez más extendida a lo largo
y ancho del planeta, que busca la construcción de otro mundo posible, más humano, más justo, y respetuoso
con el medio ambiente, con un pensamiento plural. Y esto es un signo de
esperanza.
Hay cosas que están muriendo y otras que
están naciendo. Participamos, sin duda, en el ocaso de una época y en el
alumbramiento de una civilización nueva, cuyos datos y creencias aún están
confusos y mezclados con las formas de un sistema desfalleciente.
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