lunes, 17 de septiembre de 2012

JUN 2012, (1) ¿QUÉ ES UN CONCILIO?



Concilio es un hecho religioso;  hay motivos muy especiales para citarlo aquí en razón de algo que ahora nos incita a reflexionar lo bueno y lo malo de nuestra Iglesia Católica Apostólica Romana,  no para criticar, sino para renovar lo bueno que vale mucho.

¿QUÉ ES UN CONCILIO?

Isaias Pedraza Trejo.
Aunque la palabra Concilio es de nuestro uso común, no siempre se conoce lo que encierra ya que es parte de la Historia de la Iglesia Católica, Apostólica Romana, lo cual es poco conocido por los jóvenes y múltiples adultos que no lo han estudiado, o simplemente leído.
   De manera concreta, por ser necesaria la brevedad,  damos una vista general  para que oriente o por lo menos  ayude a comprender y valorar algunos puntos de actualidad.

HISTORIAL CONCILIAR ECUMÉNICO
CONCILIO es una junta o congreso de eclesiásticos: El  Papa, los obispos, los cardenales, los teólogos  son convocados para  deliberar y decidir sobre puntos de mucho interés para la Iglesia  generalmente se expresan con nombres que oímos en la predicación pero no sabemos de cierto qué significan. Por eso se explican un poco aquí: Los  Puntos de fe se llaman (Dogmas), las  normas de disciplina (Cánones o leyes),  los  mandatos (Decretos) y algunos simplementeles dicen Documentos. En general se estudia la Doctrina y si alguien la contradice erróneamente se le condena como hereje. En ocasiones se celebra algo diferente: una declaración nueva  de otro Dogma que ha sido aceptado y se convierte en Artículo de Fe., que también quiere decir que debemos creerlo.

Cuando el Concilio convocado  es declarado como general o ecuménico  se le reconoce el valor de legítimo.  No todos los concilios se nombran ecuménicos, (que quiere decir amplio de credos diferentes), los que son pequeños, no son ecuménicos, por ejemplo el Concilio Hispánico de Elvira (306 d.c.) (hoy Granada en España)  fue el primero que condenó el matrimonio de los sacerdotes  con el canon 33 imponiendo muy severamente el celibato sacerdotal. (Si no lo aceptaba el sacerdote, su esposa e hijos serían vendidos como esclavos.)  Puede decirse que ahí empezó una lucha sin interrupción, que continúa hasta el día de hoy por un celibato opcional.

Son veintiuno los Concilios Ecuménicos de la Iglesia.  El primero fue el de Nicea (325 d.c.) del Papa Silvestre, convocado por Constantino  donde se definió que Jesús siempre fue Dios y Hombre verdadero en contra de Arrio que lo negaba.
Posteriormente los Concilios se abrieron en diferentes países y épocas para defender los dogmas de fe y a la misma Iglesia de los herejes: o implantar sus cánones o decretos disciplinarios.

Los últimos tres Concilios pudiera decirse que están actualmente en vigor, el de Trento (Italia), el Vaticano I y el Vaticano II.

El Concilio de Trento (1545 d.c.) ha sido el más largo; lo mantuvieron abierto Cinco Pontífices uno tras otro, de ahí que se promulgaran numerosos cánones y decretos: la Renovación del Dogma de Nicea, la Vulgata (Biblia), los Sacramentos, la Eucaristía, la Santa Misa, la formación de los sacerdotes, el matrimonio, el purgatorio…. Y de manera enérgica e indestructible el celibato sacerdotal.

El concilio Vaticano I (1870) lo abrió  S.S. Pío IX  quien decretó dogmática la Fe Católica, se habló de la ciencia y novedosamente  la infalibilidad del Pontífice Romano cuando decretara un dogma.

El Concilio Vaticano II (1962) fue algo totalmente fuera de serie: revisión interior de la misma Iglesia para su renovación de acuerdo a la época actual buscando un ambiente de paz, más humano, una reforma de libertad evangélica, apertura de la liturgia o culto y una esperanza inmensa de un cambio social a un mundo mejor. El gran teólogo Hans Küng lo definió así: “El Vaticano II es un examen de conciencia de la Iglesia ante Dios”.

Este Concilio fue creado por el Papa Juan XXIII llamado el “Bueno” por su extraordinaria personalidad sabia  y bondadosa, además su increíble anhelo de ayuda a todos los seres humanos que sin diferencia alguna de credo, país, raza, género…  fueron tomados como parte importante del llamado “Pueblo de Dios”. Lo que significa que cualquier persona si en realidad vive y hace el bien a los demás, Dios lo acepta como suyo, a diferencia de lo que antiguamente se decía que sólo los católicos bautizados iban al cielo.


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